Casi ocho meses pasaron desde la última vez que en este blog se publicó algo. Pasaron muchas cosas en mi vida desde entonces (casi como en la vida de todos), incluso una no tan agradable. Para los que no se enteraron, en julio me detectaron un cáncer que con un tratamiento (duro por cierto) ya tenemos casi controlado. El punto es que iba a escribir sobre la enfermedad y para que sepan más o menos de que se trata y cómo se va sintiendo uno, pero decidí que lo mejor era escribirle a alguien que se lo merece mucho más. Alguien que me ayudó a vivir y no a algo que pretendió matarme. O sea, como el 80% de este blog, lo que sigue está dedicado a mi Salomé del alma, mi Lady Blue.
Porque…
… el 16 de Julio no dudaste. Dejaste todo y de los pelos me llevaste al sanatorio.
… me ayudaste a caminar por los pasillos del sanatorio, doblado como estaba por los dolores de estómago y espalda.
… esperaste conmigo cada estudio y cada resultado.
… cuando el veredicto fue la internación, no me dejaste solo ni un segundo.
… cuando los resultados de los estudios arrojaron que lo que tenía era un tumor germinal (cáncer testicular), no te asustaste ni permitiste que yo lo hiciera.
… estuviste y estás conmigo en cada sesión de quimioterapia.
… fuiste vos quien pasó la máquina por mi cabeza y acabó con los pocos pelos que me dejó el tratamiento.
… me contuviste cuando los efectos del primer ciclo de quimio hicieron desastre con mi cuerpo entre vómitos, llagas en la boca y la pérdida de la módica suma de 30 kilos.
… me ayudaste a caminar de la cama al baño.
… me contuviste cuando mi mano derecha apenas respondía y no podía siquiera sentarme a escribir a la máquina.
… me abrazaste y secaste mis lágrimas cuando la tristeza me ganaba ante cada: ¿Por qué a mí?
… te hiciste cargo en un cien por cien de nuestra casa.
… me ayudaste a vestirme y desvestirme cuando no podía casi moverme y jamás me hiciste sentir la humillación de no poder hacerlo solo.
… me cagaste y cagás a pedos ante cada pelotudez que dije y, a veces, digo.
… cuando llegaron las transfusiones tampoco te moviste de mi lado.
… soportaste cada noche en las que no podía pegar un ojo y me la pasaba desvariando.
… cuando pude volver a comer después de casi un mes, resolviste cada capricho alimenticio de manera expeditiva, y así, saciar mi hambre voraz. Así conseguimos aumentar 14 kilos en un mes.
… entonces bajó el calcio y la oncóloga nos mandó por una inyección a la clínica y nos quedamos internados 10 días. Otra vez no te moviste de mi lado pero, por suerte, pude convencerte y hacer que vinieras a dormir a casa.
… durante la internación nunca me dejaste sin los chipacitos de queso (calentitos) de Delicity.
… volvimos a casa y con el calcio en su sitio, empecé a valerme por mí mismo casi por completo. Así y todo no me sacaste el ojo de encima y no dejás de cuidarme.
… un día subió la fiebre y con ella los glóbulos blancos se fueron al tacho y las defensas cayeron como las bolsas del mundo. Otra internación. Esta de sólo 5 días (esta enfermedad nos robó demasiadas noches de dormir juntos) y estabas como siempre a mi lado viendo como goteaba el suero en mis venas (a estas alturas, destruidas por cierto).
… ahora estamos juntos otra vez en casa, esperando encarar de una vez la última etapa del tratamiento. Juntos como siempre. Te necesité siempre y muchas veces la enfermedad no permitió que lo manifestara de manera clara, y vos supiste decodificarme quedándote siempre a mi lado.
… hace poco mas de 3 años te lo dije y hoy lo repito de manera «literal». «No me cambiaste la vida… me la diste»
Fernando A. Narvaez
Video: Enrique Bunbury – «Lady Blue»
En Salomé quiero juntar a toda la gente que estuvo y está a mi lado en estos tiempos. Mi madre que, a sus casi 70 se convirtió en niñera de su hijo de casi 40, ya que viene todas las mañanas a quedarse conmigo mientras Salo va a trabajar. Mi hermana y mi cuñado por los traslados, trámites, comidas, remedios, chocolates, etc., etc., etc. La suegra de mi hermana, quien puso su cuota de nanny y hasta se subió los 11 pisos por la escalera ante un corte de luz. Mis suegros, cocineros y también niñeros. Mis cuñados (hermanos de Salo) grandes compañeros y sosténes de Salo. Rodrigo hermano de la vida y enfermero (nadie me vio tanto el culo como este tipo en los últimos tiempos) Gustavo y Silvia por los remedios y los mellizos. Mariana por su compañía y su notebook. Fabio por su taxi y por su aguante. Gons y su Post. Cada uno de los dadores de sangre que, en muchos casos, ni conozco. Y un montón que me olvido y espero sepan disculpar mi mente disminuida por la enfermendad. A todos y cada uno: ¡Gracias por mi vida!